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(Bilbao, 1919 - Guecho, 2009)

 

 

Poemas de Javier de Bengoechea


A UNA MEJILLA BLANCA

AHORA SÍ

BESO

BLAS Y YO

EL SONETO DE LA VOZ MÁS SUAVE

EPITAFIO

ESTOY

GUERRA A MUERTE

HOMBRE QUE YO APUNTÉ

LA VIDA

LÁSTIMAS

M.E.

MALA ES MI SOMBRA MALA...

ME ESTÁN CONVIRTIENDO EN DOS

MI EDAD MEDIA

MUCHACHA

NADA

POSOLOGÍA

SEGURAMENTE

SEGURO OTOÑO

SESIÓN CONTINUA

SI MIS MANOS PUDIERAN DESHOJAR

ULISES

VIDA

YO NO TENGO LECTORES





A UNA MEJILLA BLANCA

( Madrigal póstumo )

Lento el carmín, cayó de su mejilla.
Ya se apagó ese pétalo de fuego.
Ya no es la sangre más desasosiego
que el de saberse quieta y amarilla.

Aquella de antes, ágil y sencilla,
es esta dura realidad de luego.
Jugó la rosa a terminar. Yo juego
a lamentar su lenta maravilla.

Ahora todo es igual de diferente:
la llamarán como antes la llamaban,
la olvidarán inolvidablemente...

En un principio fue lo que se acaba.
Sigue siendo lo mismo. Solamente
que ya no está una rosa donde estaba.





AHORA SÍ

Ejercicios de amor, los que ahora hago,
y los que hacen conmigo. Sacrificios
sin duda, y de dudosos beneficios.
Hoy, mérito es amar. Ayer, halago.

Antes, cuando los cisnes sobre el lago,
amante era el mejor de los oficios.
La humanidad, delicias y delicios
pagándose con besos. No era pago.

Dichosa aquella edad, pero se acaba,
y el aquel -nunca más-- de todo ello...
Se amaba, ¿de verdad?, pero se amaba.

Porque el labio era rojo y era bello,
deseaba, buscaba, y lo besaba.
¡Y amor, Dios mío, amor llamaba a aquello...!





BESO

Aquel clavel que abrió tu llamarada...
Aquella inolvidable quemadura...
Aquella doble y única locura,
¡ay!, maravilla fue, mas será nada.

Recordaré el clamor de tu mirada.
Recordará tu voz mi mordedura,
mas se deshojará mi dentadura
sobre el otoño de mi boca helada.

Ese beso me pesa gravemente.
Ha de caer a tierra por mi peso,
pero puedo y te amo todavía.

Y en los alrededores de mi frente
tendrá la maravilla de aquel beso
su consulado de melancolía.





BLAS Y YO

Hablo de un tiempo
que pasó de largo,
pecó de corto, y no ha hecho
penitencia,
y de un amigo mío con la ciencia
infusa del dolor, y sin embargo

un optimista terrenal, amargo
porque de Dios venía su dolencia.
Con un laico redoble de conciencia
exorcizó la fe, la fe de encargo.

Por su lejana y diaria compañía
-mucho más ángel para mí
que fiero-
sé la historia de Blas, y algo la mía.

La de un poeta a pie,
de cuerpo entero,
y la de otro poeta que cogía
los versos que él dejaba en el tintero.





EL SONETO DE LA VOZ MÁS SUAVE

( Madrigal decadente )

Esa garganta en que su voz habita,
adelgazada, amor en lo que cabe,
ni es comparable a nada ni se sabe
con qué vecinos pájaros limita.

Y si, a tal perfección, trino imita,
podría tutearse con el ave
este soneto de la voz más suave.
si su más suave voz me lo recita.

Su voz tan suave apenas si se siente.
Como suelen soñar los aburridos,
sueño un morir poético y consciente.

Primero han de morir otros sentidos.
Yo bien lo sé: definitivamente
la muerte me arrastrará por sus oídos.





EPITAFIO

Dos perfiles, son dos, en el inerte
yacer del afilado caballero,
pero un solo perfil, el verdadero,
haciendo la moneda de su muerte.

Moneda del vivir -azar y suerte-
ya jugó su caer triste y austero,
y ahí está el amante más sincero
esperando un amor que lo despierte.

Ya en línea y trazos fieles se resume
su enérgico morir tan delicado,
de amante que en olvidos se consume.

Qué fragancia de besos que no ha dado.
Oh valeroso y único perfume.
Oh, el morir en olor de enamorado.





ESTOY

La escalera del viento hacia Tu altura,
se deshace en mis pies, y yo no puedo
subir, oh Dios, y sin subir, me quedo
flotando como pluma a la ventura.

¿En dónde estoy, oh Dios, o en qué postura
pondré mi vida, o cómo desenredo
los hilos de mi ansia, y me hallo, y cedo
-a quién, mi Dios- mi peso de amargura?

Así impaciente, por llegar, me estiro,
y me rompo la vida, y más me afano,
y arriba voy volando en un suspiro...

Mas Tu cielo es un velo tan lejano...
¿En dónde estoy, mi Dios, en dónde? Y miro,
y estoy sobre la palma de Tu mano.





GUERRA A MUERTE

Amarás a tu patria
como a ti mismo, mandan.

¿Ignora ese mandato
lo poco que me amo?

Los años que yo tengo
son guerras que me he hecho.

He aquí mis dominios
(me falta el de mí mismo)

En donde hincar mi nombre
(donde el viento lo doble)

victorioso, valiente
(bandera de la muerte)

¡Ay, no conoce el mundo
guerra como la de uno!

Uno contra uno solo.
Guerra total, de todos.

Guerra civil, la mía.
No habrá paz mientras viva.

Sólo cuando me muera,
volveré de la guerra.





HOMBRE QUE YO APUNTÉ

Hombre que yo apunté
con mi fusil... (Suplicio
de nacer en la guerra,
y de hacerse hombre a tiros)

Uno enfrente del otro,
cada cual en su sitio.
Y tan cerca te tuve
hombre, que ya eras mío.

Hombre a quien disparé,
nadie ha fallado un tiro
más a gusto que yo:
tu completo asesino.

Hombre a quien yo llamaba
por su nombre : enemigo.
Hombre que no maté,
gracias por estar vivo.





LA VIDA

CORTA es la vida, y bienaventurada,
enormemente llena de dulzura,
cuando primaveral, y casi pura,
la carne está recién resucitada.

Larga es la vida, y malintencionada,
cuando hambreante, y despiadada, y dura,
nos envenena con su mordedura.
Mala es la vida para ser tan nada.

Larga es la vida. Y corta. Y no es bastante
muerte ni vida: es, y es lo que importa,
aunque oculte lo que es más importante.

El corazón apenas lo soporta:
largo es morir, vivir es un instante.
La vida es larga para ser tan corta.





LÁSTIMAS

Mis versos han cumplido muchos años

No son más que palabras arrugadas
Que por pudor eluden las miradas
De los lectores que los son extraños.
Versos de casi todos los tamaños
Con las sílabas bien acentuadas
Aunque evidentemente conservadas
Por la fuerza de afeites y de amaños.
Mi poesía, cuanto ha envejecido
Y que delicadísimo secreto
Las desmemorias de mi siglo de oro.
El tiempo, pues se va, es tiempo perdido
Lo, dicen, a manera de soneto
Cada catorce lágrimas que lloro.





M.E.

Queridísima y diestra profesora
de mi difícil corazón inquieto,
¿podrías restaurarme este soneto
que, amarillento, tu atención implora?

Mira cómo mi voz se decolora,
cómo se ha oscurecido este cuarteto.
Un tratamiento mágico y discreto
recompondría su esbeltez sonora.

Discretísima, docta criatura,
pasas como una tenue veladura
sobre mi corazón y sus pesares...

Pasas tus manos sabias, cuidadosas.
Imperceptibles, diminutas rosas,
yo beso en mí tus huellas dactilares.





MALA ES MI SOMBRA MALA...

Mala es mi sombra, mala. ¿Me convino
nacer? Pero nací. O así lo cuentan.
Y si me busco en mí, mis manos tientan
una pared al fondo de un camino.

Yo soy un ser nacido a contra sino.
Los hombres formidables me lamentan.
Aumentan segurísimos, y aumentan
mis posibilidades de asesino.

Soy una solución que siempre yerra.
(Siguen en pie la muerte y sus baluartes.)
Un hospital en medio de una guerra.

Me llamo trece, y me apellido martes.
Pero sé lo que soy: algo de tierra
rodeada de Dios por todas partes.





ME ESTÁN CONVIRTIENDO EN DOS

Me están convirtiendo en dos
a riesgo de ser ninguno.
En este Bilbao sitiado
por el vasco neanderthal,
mi sitio es el del artista
con un abuelo carlista
y un abuelo liberal.





MI EDAD MEDIA

Esos rostros románicos inmóviles, iguales
en sus ojos redondos, ¿sabemos lo que vieron?
Telarañas de siglos hasta que aparecieron
los rostros delicados de cejas ojivales.

Considero mi vida, repaso sus anales.
Pregunté a los tomistas y no me respondieron.
¿Cuál fue el aquel de aquellas matanzas que se hicieron
hasta que se inventaron las muertes naturales?

Piadosamente olvido mis siglos infantiles,
aquel cumplir diciembres pero jamás abriles,
aquel ir a la guerra tan triste de Mambrú.

Amor cortés, el mío, aunque en mis escrituras
se me hayan prolongado las edades oscuras:
hasta mi siglo veinte, no apareciste.





MUCHACHA

Esa boca después, esa burbuja
de una sangre que hoy hierve alborotada...
Esos ojos después, esa mirada
que ha incendiado al clavel, y lo dibuja...

Y el corazón después, que hoy late y puja...
La mariposa de su vida... Nada...
Después la muerte, digo, despiadada,
la clavará a la nada con su aguja.

Esa boca, esa voz... Aquel invento
de clavar mariposas al olvido,
es así de feroz como lo cuento.

Y contaré lo hermosa que hayas sido,
que parecías tú, que fue un momento,
muchacha fría ya y sin parecido.





NADA

También en los supuestos de la nada,
el amor se presiente en la querella
de una futura creación: doncella
sabiéndose fecunda, recreada.

Antes de ser mi vida inaugurada,
fui barro enamorado de una huella,
de un talle vegetal, de alguna estrella...
Yo estoy hecho de tierra enamorada.

Y enamorado estoy de ti, y sustento
este amor enraizado y presentido
más allá de la vida y el momento.

Enamorado sin haber nacido,
y ahora tan muerto y nada, que presiento
la tierra enamorada que ya he sido.





POSOLOGÍA

Mi poesía está contraindicada
como terapia incluso alternativa
en los casos de amor en carne viva
con la melancolía muy avanzada.

Por un soneto o dos, no pasa nada.
La poesía puede ser nociva
en grandes dosis, aunque se la escriba
de la forma más nueva y depurada.

En el prospecto va : mi obra completa
debe leerse sólo con receta
de los más prudentísimos doctores.

Y a pesar de sus juegos y sus guiños,
no dejarla al alcance de los niños.
Y, a ser posible, ni de los mayores.





SEGURAMENTE

Seguramente tú porque tú eres
una nube que pasa, un puro río,
y yo tengo una sed, y un cielo frío,
seguramente como tú prefieres.

Como los quieres tú, como los hieres,
seguramente es cierto que te ansío,
y es todo cierto, sí, ¿ verdad, bien mío?
seguramente, cuando tú me quieres.

Cuando en mi vida -río- te derramas,
seguramente sé -adiós torrente-
que alguien me ha de olvidar. Y tú me llamas,

y me has de amar apasionadamente.
¿Y quién me ha de olvidar, si tú me amas?
Seguramente, tú, seguramente.





SEGURO OTOÑO

¿Qué será del amor, cuando estas manos
que acariciaron, vivas, la belleza,
no sean más que hierba en la maleza
de la muerte y la nada?... Gestos vanos

con que mi muerte avise a los humanos
que la vida termina cuando empieza...
Oh aquella breve y cálida pereza
con que toqué sus frutos más lozanos.

Esas caricias son pecado grave.
Pero hombre impertinente soy, lo sabe
el corazón, notario de mis besos.

La carne en flor aún, y en esperanza...
Y la tormenta de la muerte avanza
a punto ya de deshojar mis huesos.





SESIÓN CONTINUA

Volveremos al Roxy y al Astoria,
a los ingenuos nombres del pasado.
En la sesión vermuth está atrapado
el final -no lo cuentes- de mi historia.

Hoy estrena recuerdos la memoria.
De cine es y será cómo te he amado.
Por el deseo estoy encañonado
junto a ti. No tenía escapatoria.

No tenía razón estar a oscuras,
estar luchando nuestras calenturas
en una fría y desigual batalla.

Sinceros de tan puros insinceros,
pues éramos los labios verdaderos
del beso que tapaba la pantalla.





SI MIS MANOS PUDIERAN DESHOJAR

Yo pronuncio tu nombre
en las noches oscuras,
cuando vienen los astros
a beber en la luna
y duermen los ramajes
de las frondas ocultas.
Y yo me siento hueco
de pasión y de música.
Loco reloj que canta
muertas horas antiguas.

Yo pronuncio tu nombre,
en esta noche oscura,
y tu nombre me suena
más lejano que nunca.
Más lejano que todas las estrellas
y más doliente que la mansa lluvia.

¿Te querré como entonces
alguna vez? ¿Qué culpa
tiene mi corazón?
Si la niebla se esfuma,
¿qué otra pasión me espera?
¿Será tranquila y pura?
¡¡Si mis dedos pudieran
deshojar a la luna!!!





ULISES

Hablo de mí, pero hablo a mi manera.
Vuelvo de un largo y azaroso viaje.
Anacrónico y leve es mi equipaje.
Penélope, mi eterna compañera.

Andar, andar hacia la eterna primavera
por un doliente y pálido paisaje.
La muerte es un huesudo personaje
en un recodo de la carretera.

Dejé atrás hermosísimos países.
Hoy mi periplo lamentable cierro
con cielos bajos en las playas grises.

La vida no es más que un enorme yerro.
A Ítaca llegué. Me llamo Ulises.
Nadie me conoció más que mi perro.





VIDA

Yo no sé ya si soy, ni sé si era
el hombre que no amaba, ni si he sido
sin amor, como un muerto que ha vivido
esperando nacer cuando se muera.

No sé si estaba en mí, si estaba fuera,
ni de dónde ni cómo me ha venido,
pero sé que está aquí, que me ha nacido
la muerte de vivir porque te quiera.

Oh muerte en el amor, oh vida nueva,
oh moribunda flor definitiva
que el ritmo de mi pulso me comprueba.

Oh vida de esta muerte decisiva
que yo sé que me arrastra, que me lleva,
que llevaré esta muerte mientras viva.





YO NO TENGO LECTORES

Yo no tengo lectores,
ni ganas, ni afición.
Y ni genialidad.
Mi déficit mayor.

Yo tengo en tres amigos
a mi único lector.
Los tres, depositarios
de mi única edición.

 

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