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defigueroa

 

ESPAÑA, 1530-1588

 

defigueroa

THE NIGHTWATCH: REMBRANDT

 

RESEÑA BIOGRÁFICA

 

Francisco de Figueroa, llamado "el Divino" (Alcalá de Henares, c. 1530 - ibíd., c.1588), fue un poeta español del Renacimiento.

Estuvo en Italia como soldado y, como llegó a dominar la lengua toscana como la suya propia, escribió poesía tanto en italiano como en español y realizó estudios universitarios en dicho país. Sirvió a numerosos diplomáticos españoles, por ejemplo el embajador español en Francia, Perrenot de Granvela (1559-61); Antonio Pimentel de Herrera, sexto conde de Benavente y virrey de Valencia (c. 1567) y Carlos de Aragón Tagliavia, primer Duque de Terranova y príncipe de Castelvetrano (1578-79). En 1579 viajó por Flandes con este último. Como demuestra su editor y biógrafo Christopher Maurer, recorrió además Francia, Alemania y Valencia. Fue miembro de academias de Nápoles, Roma, Bolonia y Siena y contino del rey Felipe II desde 1561, y repartió su residencia entre la Corte y Alcalá, adonde finalmente se retiró, junto a su esposa, María de Vargas, con quien contrajo matrimonio en 1575. Se relacionó con los poetas y escritores más importantes de su tiempo, como Pedro Laínez y Miguel de Cervantes. El humanista Luis Tribaldos de Toledo editó su obra en 1625 en Lisboa, y la salvó así de perecer, ya que, según Tribaldos, Figueroa quería quemarla poco antes de morir.

La trayectoria poética de Figueroa es muy personal, pese a inspirarse en la tradición estilnovista y petrarquista y su continuación garcilasiana, que lleva a su punto más alto; es nulo su parentesco con la lírica de Fray Luis de León, por más que se le haya solido situar dentro de la escuela salmantina. Le influye poderosamente el neoplatonismo de León Hebreo. Miguel de Cervantes, alcalaíno como él, casi de su misma promoción y gran lector suyo, nos cuenta en su Galatea que en la obra de su coterráneo aparece Figueroa bajo el nombre de Tirsi y su amada bajo el de Filis. Cultivó la canción, la elegía y la glosa, aunque son los más recordados sus sonetos, en especial uno cuyo primer verso es Perdido ando, señora, entre la gente..., inspirado en un mote medieval y que fue refundido por Bernardo de Balbuena. Redactó además el epitafio de don Diego de Espinosa, presidente del Consejo Real y obispo de Sigüenza. Sus epístolas son también muy interesantes porque revelan la personalidad de un hombre culto y curioso, interesado por los problemas de lengua; entre ellas destaca la enviada en 1560 desde Chartres al humanista Ambrosio de Morales, en la que se diserta sobre cómo hablar y pronunciar el castellano. También hay huellas clásicas en su poesía, como la de Horacio en su canción Cuitada navecilla.

Entre 1911 y 1943, cuando Ángel González Palencia publica una nueva edición de los versos de Figueroa, se agregan a su obra alrededor de 75 poemas atribuidos en manuscritos de Italia y de España, muchos de ellos recopilados por primera vez por Ramón Menéndez Pidal de los cartapacios de la Biblioteca de Palacio. Basándose en nueva información biográfica y textual, Maurer realiza en 1982 y 1988 una operación de poda, excluyendo 107 poemas atribuidos a Figueroa de modo poco firme en los manuscritos e impresos. La edición de Mercedes López Suárez, de 1989, vuelve a añadir a la obra de Figueroa el texto de varios de estos poemas desechados.

 

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_de_Figueroa

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A LA SOMBRA XLV

A LAS MUSAS

A UN MAL POETA.

ALÉGRATE ISABEL

ALMA REAL XXIII

APENAS FUI XLIV.

ASI VA EL MUNDO XLIII.

AY DE CUAN RICAS XXXI

AY ESPERANZA LISONJERA LI

AY SUSPIROS XXIV.

BLANCO MARFIL, EN ÉBANO TALLADO...

ESTA NIÑA SE LLEVA LA FLOR...

GLOSA

MALDITO SEAS, AMOR, PERPETUAMENTE

PARTIENDO DE LA LUZ, DONDE SOLÍA...

PERDIDO ANDO, SEÑORA, ENTRE LA GENTE..

SONETO

YA CUMPLISTE TU CURSO PEREZOSO





A LA SOMBRA XLV

A la sombra de un olmo, al nuevo dia
De suspirar y de llorar cansado,
Con el alma despierto, y desvelado
Con el cuerpo, el pastor Tirsi dormia:

A su Fili soñando que veia
Movida á compasion de su cuidado,
Hablarle mansamente, apresurado.
Por asirla, las manos extendia.

Quando del ansia y del deseo alterada
Despide el alma el sueño: la pastora
Huye con él: y Tirsi abraza el viento.

Entonces con voz flaca acompañada
De lágrimas dice él: ¿quién quita agora
A los ojos el bien del pensamiento?





A LAS MUSAS

¿Hay quien quiera comprar nueve doncellas
esclavas, o a lo menos desterradas

de las tierras do fueron engendradas?

¿Hay quien las compre? ¿Quién da más por ellas?

Fueron un tiempo en todo extremo bellas,
airosas, ricas, graves y estimadas

y, aunque de muchos fueron recuestadas,

bien pocos alcanzaron favor dellas.

Ahora van las tristes mendigando
de puerta en puerta, rotas y baldías,

y por sólo el comer se venderían,

pues no son muy golosas; que en hallando
yerbas, flores u hojas, pasarían

con sombras frescas y con aguas frías.





A UN MAL POETA.

Musas, que en Helicón monte sagrado
a vuestra alta deidad rica morada

tenéis de muro en derredor cercada

tan fuerte, que jamás se vio pasado;

do si algún alto espíritu guiado
por la luz vuestra -a pocos otorgada-

quiso llegar, primero ante la entrada

gran tiempo estuvo de velar cansado;

¿Quién agora la estrecha, áspera senda
del trabajoso monte ha descubierto

do cualquier bajo ingenio ose tentalla?

¿Y quién ha tanto el firme muro abierto
que poseer vuestra beldad pretenda?

Un espíritu indigno de adoralla.





ALÉGRATE ISABEL

Alégrate Isabel, que en esta Villa
No se halla Zagala
De tanta gentileza, gracia y gala.





ALMA REAL XXIII

Alma real, milagro de natura,
Honor y gloria de la edad presente,
Nido de amor, en cuya vista siente
El fuego, que á sus subditos procura:

Si en solo retratar vuestra figura
Se deslumbra el pintor mas excelente,
Es porque amor de zelos no consiente,
Que se enagene aun sola pintura.

Ni es bien que imágen tan divina sea
Sino de amor, ni que se pinte, ó escriba
En tabla, ó lienzo en quien el tiempo puede:

En las almas se escriba, allí se lea,
Y allí despues de muchos siglos quede,
Qual es agora, tan perfecta y viva.





APENAS FUI XLIV.

Apénas fuí de mi niñez salido,
Que amor se apoderó del alma mia,
En cuya grave injusta tiranía
Las horas de mi bien pocas han sido.

Fortuna contra mí siempre ha movido
Sus fuerzas, mas amor me defendia;
Hasta que desden justo abrió la via,
Por donde hé la mitad de mí perdido.

Amor, fortuna, que teneis la gloria
Repartida entre vos de este cuitado
Despojo sin valor, ó fuerza alguna;

Baste solo un Señor á tan cansado
Y débil siervo; alcance uno victoria,
Y ay si haberla pudiese la fortuna!





ASI VA EL MUNDO XLIII.

Así va el mundo: yo esperé escaparme,
Cruel fortuna, de tu mano ayrada;
Con esperanza al parecer fundada
Tan bien, que con razon pude engañarme.

Ya no lo espero; pues que veo robarme
Mi dulce y cara libertad guardada
con tanto afan, y comenzar jornada
Tan dura, que por fuerza ha de acabarme:

Las armas rindo; y llámome vencido
Tuyo: de hoy mas mi libertad, mis años
Ofrezco á tu perpetua servidumbre:

La mano nó, que aunque liviana ha sido,
Agora avisará de tu costumbre,
De tu incierta esperanza, y ciertos daños.





AY DE CUAN RICAS XXXI

Ay de quan ricas esperanzas vengo
Al deseo mas pobre y encogido,
Que jamás encerró pecho herido
De llaga tan mortal, como yo tengo.

Ya de mi fe, ya de mi amor tan luengo,
Que Fili sabe bien quan firme ha sido,
Ya del fiero dolor con que he vivido,
Y en quien la vida á mi pesar sostengo;

Otro mas dulce galardon no quiero,
Sino que Fili un poco alce los ojos
A ver lo que mi rostro le figura:

Que si le mira, y su color primero
No muda, y aun quizá moja sus ojos,
Bien serán mas que piedra helada y dura.





AY ESPERANZA LISONJERA LI

Ay esperanza lisongera y vana,
Ministra de cuidado y de tormento,
Que el mas osado y loco pensamiento
Haces juzgar segura empresa y llana;

Si qual suele llevar pluma liviana,
Te me ha llevado de contino el viento,
Y con daño y vergüenza me arrepiento
De haber creido en esperanza humana;

Déxame, que si amor y mi fortuna
Te han cortado mil veces floreciendo,
¿Qué puedes prometer seca y perdida?

Marchítanse tus flores en saliendo,
Sin hacer fruto; y si le hace alguna,
Es cebo dulce para amarga vida.





AY SUSPIROS XXIV.

¡Ay suspiros, ay lágrimas del fiero
Dolor, que el pecho á gran fatiga encierra!
Solo descanso, y débil en la guerra
De amor, en quien sin tiempo agora muero:

¿Qué será ya de mí triste, ó qué espero?
Sino ser presto sombra y poca tierra:
Si mi esquiva ventura el paso os cierra,
Y apresura el deseo falso y ligero.

No de que agora en fuego, agora en rio
El corazon cuitado se convierta,
O suspiros, ó lágrimas, me pesa:

Sino que si cesais, queda encubierta
Del animoso pensamiento mio
La rara gloria y la tan alta empresa.





BLANCO MARFIL, EN ÉBANO TALLADO...

Blanco marfil, en ébano tallado;
suve voz indignamente oída;
dulce mirar -por quien tan larga herida
traigo en el corazón- mal ocupado.

Blanco pie por ajeno pie guiado,
oreja sorda a remediar mi vida,
y atenta al son de la razón perdida,
lado -no sé por qué- junto a tal lado;

raras, altas fortunas, ¿no me diera
la Fortuna cortés durar un hora
de alto bien desde vos reparte

o el sol, que cuanto mira, orna y colora
no me faltara aquí, porque no viera
un sol más claro en tan oscura parte?




ESTA NIÑA SE LLEVA LA FLOR...

Esta niña se lleva la flor,
¡que las otras no!
Esta niña hermosa
cuyos rizos son
la cuna en que el día
se recuesta al sol,
cuya blanca frente
la aurora nevó
con bruñidos copos
de su blanco humor.
Pues en cuerpo y manos
tal mano le dio
de carmín nevado
cual nunca se vio.
Esta niña se lleva la flor,
¡que las otras no!

Arcos son sus cejas
con que hiere Amor,
con tan linda vista
que a ninguno erró.
Canela y azúcar
sus mejillas son,
y quien las divide,
de leche y arroz.
No es nada la boca,
pero allí encontró
sus perlas la aurora,
su coral el sol.
Esta niña se lleva la flor,
¡que las otras no!

No lava la cara
con el alcanfor
porque avergonzado
de verla quedó.
Y en sus descuidillos
siempre confió
como en los cuidados
de mi tierno amor.
Pues si canto, canta,
llora cuando yo,
ríe cuando río
y baila a mi son.
Esta niña se lleva la flor,
¡que las otras no!





GLOSA

Ajeno
alégrate Isabel, que en esta Villa
no se halla Zagala
de tanta gentileza, gracia y gala.


¿Cuál idea o colores
de tan sutil manera
pintó jamás pincel o ingenio humano?
¿Cuáles, y cuáles flores
allá en la Primavera
jamás produjo el genial Verano?
¿Cuál rostro soberano
aun con lo menos de ese tuyo iguala?
¿Y cuál maestra mano
pudo formar Zagala
de mayor gentileza, gracia, y gala?

Mil extremados gestos
hay en aquesta Villa
de tanta perfección, gracia, y mesura,
que en otra parte puestos
pudieran tener silla
de toda gentileza y hermosura;
pero con tu figura
no sé quien osará decir que iguala:
ni sé como natura
pudo formar zagala
de tanta gentileza, gracia, y gala.

Si Tisbe con su amado,
la desdichada Helena,
y aquella desgraciada y triste Dido,
y el nuevo enamorado,
que por sí mismo pena
en flores olorosas convertido,
y aquel que fue subido
por Júpiter al cielo sobre el ala,
si alguno bien te vido,
dirá, que no hay zagala
de tanta gentileza, gracia y gala.

Si Medusa la dura
con el gesto encantado
volver pudo la gente viva en roca;
a tu gentil figura
por gracia se le ha dado
volvella en cera, a quien fuego toca,
y no es gracia tan poca,
que cualquiera pastora buena o mala
te diga por su boca:
nunca se vio zagala
de tanta gentileza, gracia y gala.

Si Palas tan armada
mi hombres hiere y mata,
y el ciego amor a mil y mil doncellas:
tu vista delicada
mucho más desbarata
en hombres corazón, el rostro en ellas;
pero si las más bellas
contigo se pusieran por tu iguala,
el sol, luna y estrellas
dirán, que no hay zagala
de tana gentileza, gracia y gala.

Si la hermosas Diosas
del Troyano juzgadas
en esta Villa, como en Ida fueran,
no quedaran hermosas;
mas en uno acordadas
a tu belleza luego se rindieran:
que es cierto si te vieran,
fuese de voluntad, o buena o mala,
postradas te dijeran:
vencístenos, zagala,
con tanta gentileza, gracia, y gala.




MALDITO SEAS, AMOR, PERPETUAMENTE

Maldito seas, Amor, perpetuamente:
tu nombre, tu saeta, venda y fuego:
tu nombre, que con tal desasosiego
me fuerza a andar perdido entre la gente;

tu flecha, que me hizo así obediente
de aquella falsa, de quien ya reniego;
tu venda, con que me hiciste ciego
y así juzgué por ángel la serpiente;

y el fuego sea maldito, cuya llama
no toca al cuerdo, que es muy gran locura,
y al necio sólo su crueldad consiente.

Y así el cuitado espíritu que ama
dirá, tu rostro viendo o tu figura:
"Maldito seas, Amor, perpetuamente"




PARTIENDO DE LA LUZ, DONDE SOLÍA...

Partiendo de la luz, donde solía
venir su luz, mis ojos me han cegado;
perdió también el corazón cuitado
el precioso manjar de que vivía.

El alma desechó la compañía
del cuerpo, y fuese tras el rostro amado;
así en mi triste ausencia he siempre estado
ciego y con hambre y sin el alma mía.

Agora que al lugar, que el pensamiento
nunca dejó, mis pasos presurosos
después de mil trabajos me han traído,

cobraron luz mis ojos tenebrosos
y su pastura el corazón hambriento,
pero no tornará el alma a su nido.





PERDIDO ANDO, SEÑORA, ENTRE LA GENTE...

Perdido ando, señora, entre la gente,
sin vos, sin mí, sin ser, sin Dios, sin vida:
sin vos, porque no sois de mí servida;
sin mí, porque no estoy con vos presente;

sin ser, porque de vos estando ausente
no hay cosa que del ser no me despida;
sin dios, porque mi alma a dios olvida
por contemplar en vos continuamente;

sin vida, porque ya que haya vivido,
cien mil veces mejor morir me fuera
que no un dolor tan grave y tan extraño.

¡Que preso yo por vos, por vos herido,
y muerto yo por vos d'esta manera,
estéis tan descuidada de mi daño!.




SONETO

Quien ve las blancas y hermosas rosas
de mano virginal recién cogidas,
y con diversos tallos retejidas,
guirnaldas bellas hacen y olorosas;

quien gusta de las aves más preciosas
las tiernas pechuguillas convertidas
en líquidos manjares y comidas
süaves, odoríferas, sabrosas;

y quien panales albos destilando
la rubia miel de la amarilla cera,
a lo que al gusto y vista más provoca,

pues tal es de mi ninfa el rostro, cuando
mi vista de la suya reverbera
y bebo las palabras de su boca.




YA CUMPLISTE TU CURSO PEREZOSO

Ya cumpliste tu curso perezoso,
año, en tristeza y en dolor gastado:
así pluguiera á Dios fuera llegado
también el fin de mi vivir penoso.

Tú empiezas año alegre, y doloroso
has de ser para mí, cuanto el pasado:
Si en ti no alcanza el áspero cuidado
su fin, o el alma de su error reposo.

Mas si mi hado injusto ya ha dispuesto,
que viva luengamente, y mi ventura
de uno en otro dolor fiero me lleve;

dame junto el dolor y la tristura
por momentos; y pasa tú tan presto,
cuanto pasó mi bien escase y breve.
 

 

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