Diego de Torres Villarroel, (Salamanca, 1694 - íbid., 19 de junio 1770),
escritor, poeta, dramaturgo, médico, matemático, sacerdote y catedrático de la
Universidad de Salamanca.
Era hijo de un librero de Salamanca. Fue bautizado el 18 de junio de 1694. Se
describió a sí mismo como rubio y de ojos azules y bien parecido, "con más
catadura de alemán que de castellano o extremeño" y como persona desenvuelta,
sociable y accesible. Aprendió las primeras letras y pasó a estudiar latín en el
pupilaje de don Juan González de Dios, quien sería luego catedrático de
Humanidades en la Universidad de Salamanca. Lo hizo con tal aprovechamiento que
ganó tres años después una beca por oposición en el Colegio Trilingüe. Empero,
su temperamento díscolo y travieso le empujó a faltar a clase, meterse en
peleas, robar a otros compañeros y hurtar viandas de la despensa del colegio por
lo que se ganó el sobrenombre de piel de diablo. Leyó mucho en la tienda de
libros de su padre, pero sin orden ni programa alguno, aunque sentía particular
afición por las matemáticas. La lectura del Astrolabium, un tratado sobre la
esfera celeste del padre Cristoforo Clavius (1537-1612), le inclinó por la
astrología. En otro llamado "Tratado de la esfera" fue el que le introdujo en la
matemáticas, ciencia olvidada en aquella época.
Al salir del colegio huyó de las consecuencias de sus desmanes a Portugal,
concretamente a Oporto y a Coímbra, donde llevó una vida aventurera en la que
fue sucesivamente ermitaño, bailarín, alquimista, matemático, soldado, torero,
estudiante de medicina, curandero, astrólogo y adivino. A su vuelta a Salamanca
sentó la cabeza y emprendió un programa de voraz lectura de libros de filosofía
natural, magia y matemáticas, y para ganarse la vida montó un pingüe negocio
editorial como escritor de almanaques y pronósticos anuales bajo el seudónimo de
"El gran Piscator de Salamanca", género de periodismo popular del que fue uno de
los fundadores y con el que se hizo famoso, ya que mucha gente recurría a él
para saber del futuro. En el Almanaque de 1724 pronosticó con acierto la muerte
del joven rey Luis I, que falleció el 31 de agosto de ese mismo año. Había
profetizado que moriría en "el rigor del verano de 1724". Además también
vaticinó el Motín de Esquilache y la Revolución francesa, esta última de la
siguiente manera:
Con los mil contarás,
con trescientos doblados
y cincuenta duplicados,
los nueves dieces más
y entonces lo verás,
mísera Francia: te espera
tu calamidad postrera
en tu rey y tu delfín,
y tendrá por fin su fin
tu mayor gloria primera.
Esta profecía se
explica de esta forma: 1000 + (300 x 2) + (50 x 2) + (9 x 10) = 1790, año en
plena Revolución francesa. Por otra parte, desde diversas investigaciones, esta
profecía ha sido acusada de ser introducida en posteriores ediciones
(posteriores incluso a los acontecimientos anunciados) del Almanaque, siendo
obviamente apócrifa.
En 1723 marchó a Madrid en donde al principio sufre hambre y miseria pero por su
buen don de gentes hace amistades de buena condición los cuales le ayudan.
Estudia medicina y se gradua en la ciudad de Ávila. Fue nombrado vicerrector de
la Universidad, pero decidió buscar fortuna en Madrid, aunque pasa miseria al
principio, sobreviviendo bordando para un vendedor de la Puerta del Sol. En esta
época se plantea incluso dedicarse al contrabando, pero lo salva la Condesa de
Arcos. Fue escritor de la Gaceta de Madrid en donde cuenta los cotilleos de la
ciudad. A causa de un fenómeno de poltergeist en la casa de la condesa de Arcos
y su fama como mago, fue llamado por esta para desencantarla durante once
noches; no lo consiguió, pero eso le permitió un puesto como criado de su casa,
a cama y mantel, y allí permaneció, pues, otros dos años En su palacio lee y
escribe en abundancia, sin embargo en sus apariciones públicas se burlaba de la
vanidad y falsedad de las clases altas y es expulsado de Madrid por el Real
Consejo debido su carácter excéntrico, huyendo entonces a Salamanca.
De nuevo en tierras salmantinas, Villarroel descubre que la cátedra de
matemáticas en la Universidad está libre y decide presentarse a los exámenes por
oposición. Tan solo tenía un rival para ello al que derrotó consiguiendo mejor
resultado final y logrando la ansiada cátedra que hacía más de treinta años que
no ocupaba nadie, debido a la incultura y dejadez que había sufrido dicha
ciencia. La gente de Salamanca realizó varias fiestas en honor al nuevo
catedrático. Villarroel comenta en su Vida que sus conocimientos matemáticos
eran mínimos aún habiendo superado el examen, criticando el poco progreso de los
estamentos universitarios. Durante cinco años estuvo enseñando matemáticas y en
1732 se gradúa en Artes, siendo maestro de dicha materia. Durante esta época
pasaba los veranos en Madrid.
Él mismo da cuenta de su ascendencia soriana del siguiente modo:
Salieron de la ciudad de Soria, no sé si arrojados de la pobreza o de alguna
travesura de mancebos, Francisco y Roque de Torres, ambos hermanos, de corta
edad, y de sana y apreciable estatura. Francisco, que era más hábil, y de humor
más violento, llegó a Salamanca; y después de haber rodado todas las porterías
de los conventos asentó en casa de un boticario: recibiole para sacar agua del
pozo, lavar peroles, machacar raíces, y arrullar a ratos un niño que tenía.
Fuese instruyendo insensiblemente en la patarata de los rótulos: entrometiose en
la golosina de los jarabes y las conservas: y con este baño, y algunas unturas
que se daba en los ratos ociosos con los Cánones del Mesue salió en pocos días
tan buen gramático y famoso farmacéutico como los más de este ejercicio. Fue
examinado y aprobado por el reverendo Tribunal de la Medicina, y le dieron
aquellos señores su Cedulón para que sin incurrir en pena alguna hiciese y
despachase los ungüentos, los zerotes, los julepes, y las demás porquerías que
encierran estos oficiales en sus cajas, botes, y redomas. Murió su amo pocos
meses después de su examan; y antes de cumplir el año de muerto se casó, como
era regular, con la viuda; la que quedó moza, bien tratada, y con tienda
abierta: y entre otros hijos tuvieron a Jacinto de Torres, que por la pinta fue
mi legítimo abuelo.
Estuvo en Medinaceli, en donde conoció a D. Juan de Salazar en ese mismo año del
32; es desterrado por un oscuro delito cometido junto con Salazar huyendo los
dos hacia Burdeos. Vuelven arrepentidos a España y Salazar es condenado a seis
meses de prisión, mientras Villarroel sufre destierro de Salamanca, yendo de
nuevo hacia Portugal. Recorrerá el país luso pueblo por pueblo pero de forma
triste y melancólica; cayó enfermo durante 2 años, hasta que sus hermanas
suplicaron su regreso por orden del rey, cumpliéndose en 1734.
Desde entonces hasta 1743 se dedicaría a su trabajo en la Universidad, a la
escritura de libros y sonetos, y a las idas y venidas a las estancias de la
corte de Madrid. Su fama aumenta cada vez más y vive en casa de la duquesa de
Alba. En 1742 publicó los cuatro primeros «Trozos» de su Vida, de la que se
hicieron cinco reimpresiones en aquel mismo año: tres legales y tres piratas o
furtivas. Creó un periódico llamado el Piscator historial de Salamanca.
En 1745 sufre una depresión moral y filosófica que le hace arrepentirse de las
fechorías hechas de joven y de sus escritos satíricos, provocándole un estado
que rayaba la locura dejando el trabajo. En marzo de 1746 reaparece de nuevo por
las aulas y en noviembre vuelve a Madrid, en donde le creían muerto. Su padre le
instó anteriormente a que se ordenase de subdiácono para acceder a una
capellanía en la parroquia de San Martín de Salamanca, pese a lo cual sólo llegó
a ordenarse sacerdote cuando ya contaba 52 años.
En 1750, tras 24 años de cátedra, pidió su jubilación antes del tiempo legal, lo
que Fernando VI le concedió por real decreto. Realizó el Camino de Santiago,
siempre acompañado de gente que le admiraba y conocía, ya que era muy famoso. A
partir de 1751 su vida fue tranquila "viviendo con honra en el pueblo donde
nací", según palabras del propio Villarroel escritas en su autobiografía,
trabajando en Salamanca en el enrequecimiento de la biblioteca universitaria.
Solicitó un diaconato en febrero de 1754, y un mes más tarde se ordenó de
presbítero en Salamanca. Ayudó de modo desinteresado, e incluso con asistencia
personal, al Hospital del Amparo de Salamanca.
En 1752 se publicó la primera edición completa de las Obras de Torres, impresa
durante su vida, algo insólito para las costumbres de entonces y que informa de
su gran popularidad. Se hizo por suscripción pública, procedimiento que fue en
España la primera vez que se adoptaba. La suscripción fue encabezada por la
familia real, el Marqués de la Ensenada, gran número de nobles, universidades y
colegios mayores, religiosos y particulares, pero no por la Universidad de
Salamanca. Tras su jubilación siguió trabajando en diversas comisiones de la
Universidad; aún asistía a los claustros en 1769. Murió el 19 de junio de 1770,
a los 77 años de edad, en el Palacio de Monterrey de Salamanca, donde ocupaba
habitaciones que, hacía años, la Duquesa de Alba había puesto a su disposición.
Fue un hombre muy culto debido a su gran curiosidad, que junto con su fisonomía
extraña y rara fascinaba a unos y repelía otros. Se situó entre la ciencia
barroca y la ilustrada de los Novatores, pero no era nada supersticioso. Fue
conocido por casi todo el país en aquella época y a pesar de ser un hombre
relativamente callado cada vez que hablaba y opinaba provocaba el escándalo o la
gracia de los demás. Se burló de todo lo que pudo siempre con aire desenfadado,
provocando odios y envidias que lo llevó a diferentes destierros. Su
personalidad queda reflejada en sus escritos, sobre todo en su Vida, titulada en
la época Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras del Doctor Don Diego
de Torres Villarroel, catedrático de prima de matemáticas en la Universidad de
Salamanca, escrita por él mismo.
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