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ESPAÑA, 1874-1947

 

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RESEÑA BIOGRÁFICA

 

Manuel Machado Ruiz (Sevilla, 29 de agosto de 1874 – Madrid, 19 de enero de 1947) fue un poeta español, hermano de Antonio Machado con el que colaboró mucho. Fue uno de los más destacados representantes del Modernismo en España.

Primeros años
Manuel Machado era hijo de Antonio Machado Álvarez, conocido folclorista sevillano de sobrenombre «Demófilo» y de Ana Ruiz. Su hermano fue otro poeta, pero de talla superior y de trayectoria paralela: Antonio Machado.

De su padre heredó el amor a lo auténtico del carácter popular andaluz. Nacido en la calle de San Pedro Mártir nº20, también su infancia transcurrió en el seno del Palacio de las Dueñas, donde su familia había alquilado una de las estancias destinadas a particulares. A pesar de lo creído, nada demuestra que su padre trabajara como administrador de la ilustre casa ducal de Alba. Cuando Manuel tenía 9 años, la familia al completo se traslada a Madrid dado que el abuelo paterno ha conseguido una cátedra en la Universidad Central. El deseo de todos es que los tres hermanos -Manuel, Antonio y José- cursen sus estudios en la Institución Libre de Enseñanza, dirigida por Francisco Giner de los Ríos, gran amigo del abuelo Manuel.

Juventud
La familia se trasladó a Madrid y allí fue donde desarrolló lo importante de sus estudios que llegaron hasta la licenciatura de Filosofía y Letras. A partir de esos años, la familia Machado volvería a Sevilla en muy escasas ocasiones pero lo sevillano y lo andaluz siempre fue para él una referencia viva, aunque distante, por la nostalgia y el amor que derramaban sus padres hacia la tierra que les vio nacer.

En Madrid, el joven Manuel empieza a dar a conocer sus primeras poesías y colabora en diversos proyectos de la vida literaria madrileña junto con escritores como Francisco Villaespesa y Juan Ramón Jiménez.

Madurez
Con el transcurrir de los años, llegó a ser director de la Biblioteca Municipal (hoy Biblioteca Histórica Municipal) y Museo Municipal. Creó varias revistas literarias de escasa duración, y colaboró en periódicos diarios de Europa y América.

Contribuyó fervientemente a la poesía modernista, entendida en su vertiente más colorista, decadente y cosmopolita, dándole un matiz andalucista que hace de su poesía algo único.

A menudo se ha contrapuesto esta vertiente modernista a la Generación del 98.

En el año 1938 —en plena guerra civil— fue designado para ocupar un sillón en la Real Academia Española.

Colaboración con su hermano
Manuel y Antonio, dos poetas hermanos que despuntaban en aquel Madrid de principios del siglo XX, llegaron a colaborar en la creación teatral, siempre impregnada de situaciones que recordaban al típico ambiente andaluz. La obra cumbre de su creación teatral es, sin duda, «La Lola se va a los Puertos», de la cual se han hecho un par de versiones cinematográficas.

Otras obras teatrales en cooperación fraternal fueron: «La duquesa de Benamejí», «La prima Fernanda», «Juan de Mañara», «Las adelfas», «El hombre que murió en la guerra», «Desdichas de la fortuna o Julianillo Valcárcel». Después, los dos hermanos poetas se encaminan por senderos separados que les conducen, hacia el final de sus vidas, a abrazar los dos diferentes bandos en los que desembocó España por culpa de la guerra civil.

Manuel y Antonio, a pesar de recorrer caminos separados en la creación poética, siempre conservaron un paralelismo en sus obras, cualquiera que las observe con algún detenimiento descubrirá, en cada una de ellas, algunos retazos o matices que delatan la fuente común de la que bebieron y vivieron. Tiene Manuel Machado una poesía titulada «Adelfos» que bien pudiera llevar el subtítulo de «Autobiografía». En ella, el poeta describe con bellos florilegios, una argumentación muy paralela a la contenida en la poesía «Retrato» de su hermano Antonio. Ambas poesías están construidas con versos alejandrinos; ambas poesías se componen de serventesios — nueve serventesios la de Antonio, uno menos la de Manuel; y ambas poesías describen las autobiografías poéticas respectivas.

Dictadura de Franco
Al llegar a Madrid la sublevación de Franco, en el año 1939, Manuel dedicó al militar una poesía de panegírico titulada «Al sable del Caudillo». Esto le valió a Manuel el reconocimiento y el salvoconducto para poder vivir dentro del régimen. Según Andrés Trapiello (Las Armas y las Letras, p. 235) se incorporó, tras la guerra, a su cargo de director de la Hemeroteca y del Museo Municipal de Madrid, del que se jubilaría al poco tiempo. Siguió escribiendo poesía, la mayor parte de carácter religioso. Su fe católica se reavivó durante su estancia en Burgos gracias a la devoción de su mujer y a la influencia de ciertos sacerdotes, como Bonifacio Zamora. El poeta continuó escribiendo panegíricos a diversas figuras y símbolos del fascio-franquismo, lo cual le valdría ostracismo, cuando no desprecio, por parte de la crítica y poetas posteriores.

El 19 de enero de 1947 falleció en Madrid. Tras la muerte del poeta su viuda ingresó en una congregación religiosa dedicada al cuidado de niños abandonados y enfermos.

Repercusión
Después vino el aperturismo español de los años 60 y 70 en donde ya se vislumbraba el final de la dictadura franquista. Aquella juventud que militaba en el antifranquismo, dio de lado a todo poeta amparado por la dictadura, y empezó a abrazar a esos otros que murieron —o aún vivían— en el exilio.

La obra de Manuel Machado fue dada de lado, y su vacío se llenó con la obra poética de su hermano Antonio. La figura de Manuel Machado quedó, pues, eclipsada por la de Antonio Machado.

Crítica
Sin embargo, Manuel Machado es el gran conocedor y divulgador de letras de los cantes flamencos, que a decir con el gracejo típico andaluz, ha quedado bajo el conocido nombre de «cante hondo». No es nada raro que parte de su inspiración la hubiera tomado de la enorme colección de letras de cantes flamencos, que su padre fue recopilando a lo largo de muchos años, tomadas directamente de los anónimos cantaores andaluces y que publicó en un libro titulado «Cantes flamencos».

Manuel Machado fue un gran estudioso de todos los estilos del cante flamenco y escribió poesías idóneas, que bien pudieran ser adaptadas para la música de una garganta y una guitarra española. Su estilo poético incluye estrofas de coplas, seguidillas, y soleares. Dentro de este último estilo, el poeta innovó una variante de soleá en la que el verso central tenía un número desproporcionado de sílabas (9, 10, 11, ó más sílabas) que él mismo bautizó como soleariyas. También escribió romances octosílabos, cuartetos, serventesios y sonetos.

Bajo el estilo de soneto, escribió como nadie los sonetos octosílabos, denominados sonetillos; y dentro de estos sonetos de arte menor, véase la filigrana que borda con el sonetillo trisílabo titulado «Verano». Cuando el poeta reproduce literalmente esas palabras típicas del decir andaluz, para mejor dar a entender al lector que no pertenecen al correcto lenguaje español, van escritas en letra cursiva. Ahora por medio de estos modernos métodos, se expone una de sus mejores antologías, para que sea apreciado y valorado con serena neutralidad; con ello, hacemos un agradecido homenaje al fino y gran poeta del alma andaluza.

Su verso es ingenioso, ágil, expresivo, muy influido por el parnasianismo. Verlaine y Rubén Darío son destilados por Manuel Machado para darles una personalidad única.

 

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Machado

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Poemas


ADELFOS

ANDALUCÍA

ANTÍFONA

ARS MORIENDI

AUSENCIA

CANTARES

CANTE HONDO

CASTILLA

CHOUETTE

CUALQUIERA CANTA UN CANTAR

DESNUDOS DE MUJER

DOLIENTES MADRIGALES

EL CABALLERO DE LA MANO EN EL PECHO

EL CAMINO DE LA MUERTE

EL JARDÍN GRIS

EL JARDÍN NEGRO

EL POETA DE «ADELFOS» DICE AL FIN

EL PRÍNCIPE

EL QUERER

ELEUSIS

ENCAJES

FANTASÍA DE PUCK

FELIPE IV

FIGULINAS

GERINELDOS, EL PAJE

JULIO

LA "TONÁ" DE LA FRAGUA

LA BUENA CANCIÓN

LA COPLA

LA CORTE

LA KARMESSE

LA LOLA

LA MANZANILLA

LA PRIMAVERA

LA SAETA

LAS MUJERES DE ROMERO DE TORRES

LIRIO

LOS DÍAS SIN SOL

MARIPOSA NEGRA

MELANCOLÍA

MISTERIO

MORIR, DORMIR...

MÚSICA DI CAMERA

NESSUN MAGGIOR DOLORE ...

OASIS

OCASO

ORIENTE FLORES

OTOÑO

REGRESO

RETABLO

SOLEARIYAS

TE ACUERDAS?

VERANO

YO, POETA DECADENTE...




ADELFOS

Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron
-soy de la raza mora, vieja amiga del sol-,
que todo lo ganaron y todo lo perdieron.
Tengo el ama de nardo del árabe español.

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna...
De cuando en cuando un beso y un nombre de mujer.

En mi alma, hermana de la tarde, no hay contornos...
y la rosa simbólica de mi única pasión
es una flor que nace en tierras ignoradas
y que no tiene aroma, ni forma, ni color.

Besos, ¡pero no darlos! Gloria... ¡la que me deben!
¡Que todo como un aura se venga para mí!
Que las olas me traigan y las olas me lleven
y que jamás me obliguen el camino a elegir.

¡Ambición!, no la tengo. ¡Amor!, no lo he sentido.
No ardí nunca en un fuego de fe ni gratitud.
Un vago afán de arte tuve... Ya lo he perdido
Ni el vicio me seduce, ni adoro la virtud.

De mi alta aristocracia dudar jamás se pudo.
No se ganan, se heredan elegancia y blasón...
Pero el lema de casa, el mote del escudo,
es una nube vaga que eclipsa un vano sol.

Nada os pido. Ni os amo ni os odio. Con dejarme
lo que hago por vosotros hacer podéis por mí...
¡Que la vida se tome la pena de matarme,
ya que yo no me tomo la pena de vivir!...

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
De cuando en cuando un beso, sin ilusión ninguna.
¡El beso generoso que no he de devolver!




ANDALUCÍA

Cádiz, salada claridad; Granada,
agua oculta que llora.
Romana y mora, Córdoba callada.
Málaga cantaora.
Almería dorada.
Plateado Jaén. Huelva, la orilla
de las Tres Carabelas...
y Sevilla.




ANTÍFONA

Ven, reina de los besos, flor de la orgía,
amante sin amores, sonrisa loca...
Ven, que yo sé la pena de tu alegría
y el rezo de amargura que hay en tu boca.

Yo no te ofrezco amores que tú no quieres;
conozco tu secreto, virgen impura;
amor es enemigo de los placeres
en que los dos ahogamos nuestra amargura.

Amarnos... ¡Ya no es tiempo de que me ames!
A ti y a mí nos llevan olas sin leyes.
¡Somos a un mismo tiempo santos e infames,
somos a un mismo tiempo pobres y reyes!

¡Bah! Yo sé que los mismos que nos adoran,
en el fondo nos guardan igual desprecio.
Y justas son las voces que nos desdoran...
Lo que vendemos ambos no tiene precio.

Así los dos, tú amores, yo poesía,
damos por oro a un mundo que despreciamos...
¡Tú, tu cuerpo de diosa; yo, el alma mía!...
Ven y reiremos juntos mientras lloramos.

Joven quiere en nosotros Naturaleza
hacer, entre poemas y bacanales,
el imperial regalo de la belleza,
luz, a la oscura senda de los mortales.

¡Ah! Levanta la frente, flor siempreviva,
que das encanto, aroma, placer, colores...
Diles con esa fresca boca lasciva...
¡que no son de este mundo nuestros amores!

Igual camino en suerte nos ha cabido.
Un ansia igual nos lleva, que no se agota,
hasta que se confunda en el olvido
tu hermosura podrida, mi lira rota.

Crucemos nuestra calle de la amargura,
levantadas las frentes, juntas las manos...
¡Ven tú conmigo, reina de la hermosura;
hetairas y poetas somos hermanos!




ARS MORIENDI

I
Morir es... Una flor hay, en el sueño
-que, al despertar, no está ya en nuestras manos-,
de aromas y colores imposibles...
Y un día sin aurora la cortamos.

II
Dichoso es el que olvida
el porqué del viaje
y, en la estrella, en la flor, en el celaje,
deja su alma prendida.

III
Y yo había dicho: «¡Vive!»
Es decir: ama y besa,
escucha, mira, toca,
embriágate y sueña...

Y ahora suspiro: «¡Muérete!»
Es decir: calla, ciega,
abstente, para, olvida,
resígnate... y espera.

IV
Era un agua que se secó,
un aroma que se esfumó,
una lumbre que se apagó...

Y ya es sólo la aridez,
la insipidez,
la hez...

V
La Vida se aparece como un sueño
en nuestra infancia... Luego despertamos
a verla, y caminamos
el encanto buscándole risueño
que primero soñamos;
... y, como no lo hallamos,
buscándolo seguimos,
hasta que para siempre nos dormimos.

VI
¡Y Ella viene siempre! Desde que nacemos,
su paso, lejano o próximo, huella
el mismo sendero por donde corremos
hasta dar con Ella.

VII
Lleno estoy de sospechas de verdades
que no me sirven ya para la vida,
pero que me preparan dulcemente
a bien morir...

VIII
Mi pensamiento, como un sol ardiente,
ha cegado mi espíritu y secado
mi corazón ...

IX
El cuerpo joven, pero el alma helada,
sé que voy a morir, porque no amo
ya nada.




AUSENCIA

No tienes quien te bese
tus labios de grana,
Ni quien tu cintura elástica estreche,
dice tu mirada.

No tienes quien hunda
Las manos amantes
en tu pelo hermoso, y a tus ojos negros
no se asoma nadie.

Dice tu mirada
que de noche, a solas,
suspiras y dices en la sombra tibia
las terribles cosas...

Las cosas de amores
que nadie ha escuchado,
esas que se dicen los que bien se quieren
a eso de las cuatro.

A eso de las cuatro
de la madrugada,
cuando invade un poco de frío la alcoba
y clarea el alba.

Cuando yo me acuesto,
fatigado y solo,
pensando en tus labios de grana, en tu pelo
y en tus ojos negros...




CANTARES

Vino, sentimiento, guitarra y poesía
hacen los cantares de la patria mía.
Cantares...
Quien dice cantares dice Andalucía.

A la sombra fresca de la vieja parra,
un mozo moreno rasguea la guitarra...
Cantares...
Algo que acaricia y algo que desgarra.

La prima que canta y el bordón que llora...
Y el tiempo callado se va hora tras hora.
Cantares...
Son dejos fatales de la raza mora.

No importa la vida, que ya está perdida,
y, después de todo, ¿qué es eso, la vida?...
Cantares...
Cantando la pena, la pena se olvida.

Madre, pena, suerte, pena, madre, muerte,
ojos negros, negros, y negra la suerte...
Cantares...

En ellos el alma del alma se vierte.

Cantares. Cantares de la patria mía,
Cantares son sólo los de Andalucía.
Cantares...
No tiene más notas la guitarra mía.




CANTE HONDO

A todos nos han cantado
en una noche de juerga
coplas que nos han matado...

Corazón, calla tu pena;
a todos nos han cantado
en una noche de juerga.

Malagueñas, soleares
y seguiriyas gitanas...
Historias de mis pesares
y de tus horitas malas.

Malagueñas, soleares
y seguiriyas gitanas...

Es el saber popular,
que encierra todo el saber:
que es saber sufrir, amar,
morirse y aborrecer.

Es el saber popular,
que encierra todo el saber.




CASTILLA

El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas,
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.
El ciego sol, la sed y la fatiga
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga.
Cerrado está el mesón a piedra y lodo.

Nadie responde... Al pomo de la espada
y al cuento de las picas el postigo
va a ceder ¡Quema el sol, el aire abrasa!
A los terribles golpes
de eco ronco, una voz pura, de plata
y de cristal, responde... Hay una niña
muy débil y muy blanca
en el umbral. Es toda
ojos azules, y en los ojos. lágrimas.
Oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada.

Buen Cid, pasad. El rey nos dará muerte,
arruinará la casa
y sembrará de sal el pobre campo
que mi padre trabaja...
Idos. El cielo os colme de venturas...
¡En nuestro mal, oh Cid, no ganáis nada!

Calla la niña y llora sin gemido...
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de feroces guerreros,
y una voz inflexible grita: ¡En marcha!
El ciego sol, la sed y la fatiga...
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga.




CHOUETTE

En cualquier parte hay un espejo,
un poco de agua clara y un peine. Y si la nena
es bonita, ¡ya esta! La noche pasa,
y el nuevo día llega.
Y no se te conoce
la batalla de amor ni a ti ni a ella.

Y luego, son dos vidas
separadas, ajenas,
dos mundos. Tú, al trabajo
cotidiano, a la eterna
lucha, pequeña o grande, cosas de hombre
archisabidas... Ella,
a dormir ya esperar la noche. Y viene
la noche, y la despierta.




CUALQUIERA CANTA UN CANTAR

Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son;
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.

Tal es la gloria, Guillén,
de los que escriben cantares:
oír decir a la gente
que no los ha escrito nadie.

Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.

Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad.




DESNUDOS DE MUJER

¡Oh la dorada carne triunfadora
de esta gentil madona veneciana,
que ha sido Venus, Dánae, Diana,
Eva, Polymnia, Cipris y Pandora!...

¡Oh gloria de los ojos, golosina
eterna del mirar, dulce y fecunda
carne de la mujer, suave y jocunda,
madre del Arte y del vivir divina!

Húmedos labios a besar mil veces...
Líneas de lujuriantes morbideces
que el veneciano sol dora y estuca...

¡Oh el delicioso seno torneado!...
¡Oh el cabello de oro ensortijado
en el divino arranque de la nuca!




DOLIENTES MADRIGALES

Por una de esas raras reflexiones
de la luz, que los físicos
explicarán llenando
de fórmulas un libro...,
Mirándome las manos
-como hacen los enfermos de continuo-,
veo la faceta de un diamante, en una
faceta del diamante de mi anillo,
reflejarse tu cara, mientas piensas
que divago o medito,
o sueño... He descubierto
por azar este medio tan sencillo
de verte y ver tu corazón, que es otro
diamante puro y limpio.
Cuando me muera, déjame
en el dedo este anillo.

Estoy muy mal... Sonrío
porque el desprecio del dolor me asiste,
porque aún miro lo bello en torno mío,
y... por lo triste que es el estar triste.
Pero ya la fontana
del sentimiento mana
tan lenta y sileciosa, que su canto,
sonoro otrora como risa, es llanto.




EL CABALLERO DE LA MANO EN EL PECHO

EL GRECO

Este desconocido es un cristiano
de serio porte y negra vestidura,
donde brilla no más la empuñadura,
de su admirable estoque toledano.

Severa faz de palidez de lirio
surge de la golilla escarolada,
por la luz interior, iluminada,
de un macilento y religioso cirio.

Aunque sólo de Dios temores sabe,
porque el vitando hervor no le apasione
del mundano placer perecedero,

en un gesto piadoso, y noble, y grave,
la mano abierta sobre el pecho pone,
como una disciplina, el caballero.




EL CAMINO DE LA MUERTE

Es el camino de la muerte.
Es el camino de la vida...
En la frescura de las rosas
ve reparando. Y en las lindas
adolescentes. Y en los suaves
aromas de las tardes tibias.
Abraza los talles esbeltos
y besa las caras bonitas.
De los sabores y colores
gusta. Y de la embriaguez divina.
Escucha las músicas dulces.
Goza de la melancolía
de no saber, de no creer, de
soñar un poco. Ama y olvida,
y atrás no mires. Y no creas
que tiene raíces la dicha.
No habrás llegado hasta que todo
lo hayas perdido. Ve, camina...
Es el camino de la muerte.
Es el camino de la vida.




EL JARDÍN GRIS

A Francisco Villaespesa

¡Jardín sin jardinero!
¡Viejo jardín,
viejo jardín sin alma,
jardín muerto! Tus árboles
no agita el viento. En el estanque, el agua
yace podrida. ¡Ni una onda! El pájaro
no se posa en tus ramas.
La verdinegra sombra
de tus hiedras contrasta
con la triste blancura
de tus veredas áridas...

¡Jardín, jardín! ¿Qué tienes?
¡Tu soledad es tanta,
que no deja poesía a tu tristeza!
¡Llegando a ti, se muere la mirada!
Cementerio sin tumbas...
Ni una voz, ni recuerdos, ni esperanza.
¡Jardín sin jardinero!
¡Viejo jardín,
viejo jardín sin alma.




EL JARDÍN NEGRO

Es noche. La inmensa
palabra es silencio...
Hay entre los árboles
un grave misterio...
El sonido duerme,
el color se ha muerto.
La fuente está loca,
y mudo está el eco.

¿Te acuerdas?... En vano
quisimos saberlo...
¡Qué raro! ¡Qué oscuro!
¡Aún crispa mis nervios,
pasando ahora mismo
tan sólo el recuerdo,
como si rozado
me hubiera un momento
el ala peluda
de horrible murciélago!...
Ven, ¡mi amada! Inclina
tu frente en mi pecho;
cerremos los ojos;
no oigamos, callemos...
¡Como dos chiquillos
que tiemblan de miedo!

La luna aparece,
las nubes rompiendo...
La luna y la estatua
se dan un gran beso.




EL POETA DE «ADELFOS» DICE AL FIN

Ya el pobre corazón eligió su camino.
Ya a los vientos no oscila, ya a las olas no cede,
al azar no suspira, ni se entrega al Destino...
Ahora sabe querer, y quiere lo que puede.
Renunció al imposible y al sin querer divino.




EL PRÍNCIPE

Siete soles forman
el solio del príncipe
de los siete soles.

Su cetro de oro
es un haz de llamas
de mil arreboles.

Su rostro, que nadie
miró porque ciega,
las nubes esconden.

Su imperio, los mundos,
Él todo lo puede,
todo lo conoce...

Y en sus ojos, cuyo
mirar mata, brillan
¡todos los dolores!




EL QUERER

En tu boca roja y fresca
beso, y mi sed no se apaga,
que en cada beso quisiera
beber entera tu alma.

Me he enamorado de ti
y es enfermedad tan mala,
que ni la muerte la cura,
¡bien lo saben los que aman!

Loco me pongo si escucho
el ruido de tu charla,
y el contacto de tu mano
me da la vida y me mata.

Yo quisiera ser el aire
que toda entera te abraza,
yo quisiera ser la sangre
que corre por tus entrañas.

Son las líneas de tu cuerpo
el modelo de mis ansias,
el camino de mis besos
y el imán de mis miradas.

Siento al ceñir tu cintura
una duda que me mata
que quisiera en un abrazo
todo tu cuerpo y tu alma.

Estoy enfermo de ti,
de curar no hay esperanza,
que en la sed de este amor loco
tu eres mi sed y mi agua.

Maldita sea la hora
en que contemplé tu cara,
en que vi tus ojos negros
y besé tus labios grana.

Maldita sea la sed
y maldita sea el agua,
maldito sea el veneno
que envenena y que no mata.

En tu boca roja y fresca
beso, y mi sed no se apaga,
que en cada beso quisiera
beber entera tu alma.




ELEUSIS

A Miguel Sawa

Se perdió en las vagas
selvas de un ensueño,
y sólo de espaldas
la vi desde lejos...
Como una caricia
dorada, el cabello,
tendido, sus hombros
cubría. Y, al verlo,
siguióla mi alma
y fuese muy lejos,
dejándome solo,
no sé si dormido o despierto.

Se fue hasta el castillo
del burgrave fiero,
que está en la alta roca:
los puentes cayeron
y se despertaron
los sones del hierro.
Pasamos... Mi alma,
tras ella corriendo,
dejándome solo,
no sé si dormido o despierto.

Se fue hasta las verdes
llanuras de Jonia; y el templo
cruzó de Partenes.
Del mármol eterno
dejó las regiones...
Y se fue más lejos
con mi alma, dejándome solo,
no sé si dormido o despierto.

Oro y negras piedras,
y muros inmensos,
y tumbas enormes —sepulcro de un pueblo
que mira hacia Oriente
con sus ojos muertos—.
Siguió... Y arrastraba
mi alma más lejos,
dejándome solo,
no sé si dormido o despierto.

Siguió; entre menhires
pasamos y horrendos
despojos de fieras...
Siguió; y a lo lejos,
perdióse en las selvas
oscuras del sueño
dejándome solo,
no sé si dormido o despierto.




ENCAJES

Alma son de mis cantares,
tus hechizos...
Besos, besos
a millares. Y en tus rizos,
besos, besos a millares.
¡Siempre amores! ¡Nunca amor!

Los placeres
van de prisa:
una risa
y otra risa,
y mil nombres de mujeres,
y mil hojas de jazmín
desgranadas
y ligeras...
Y son copas no apuradas,
y miradas
pasajeras,
que desfloran nada más.

Desnudeces,
hermosuras,
carne tibia y morbideces,
elegancias y locuras...

No me quieras, no me esperes...
¡No hay amor en los placeres!
¡No hay placer en el amor!




FANTASÍA DE PUCK

A Silvio Rebello

El hada pequeñita
de las piedras preciosas
que vive en un coral
busca al gnomo que habita
la corteza rugosa
de un antiguo nogal.

Y, juntos, de la mano
para hacer travesuras,
aquella noche van,
como hermana y hermano,
por las sendas oscuras
de la selva ideal...

Detrás va su cortejo
de dudas y sospechas...
Y una marcha triunfal
saluda al crimen, viejo
que ruge y canta endechas
con su voz de puñal.

Van los presentimientos
junto a las intenciones...
Con los recuerdos van
los malos pensamientos,
las locas tentaciones
ahogadas al brotar.

Todo lo que hay de sueños
de otra vida perdido;
lo que pasó o vendrá.
Vagas curvas de ensueños:
lo que casi no ha sido...,
lo que tal vez será...

Va, callado, cruzando
el cortejo discreto
por la selva ideal...
¡Viene el día temblando...;
va a romper el secreto
la aurora al despuntar!...

Mas sólo vio, al mostrarse,
una burbuja sobre
las olas del mar...
Y una cara borrarse
en la corteza pobre
del antiguo nogal.




FELIPE IV

A Antonio de Zayas

Nadie más cortesano ni pulido
que nuestro Rey Felipe, que Dios guarde,
siempre de negro hasta los pies vestido.
Es pálida su tez como la tarde,
cansado el oro de su pelo undoso,
y de sus ojos, el azul, cobarde.
Sobre su augusto pecho generoso,
ni joyeles perturban ni cadenas
el negro terciopelo silencioso.
Y, en vez de cetro real, sostiene apenas
con desmayo galán un guante de ante
la blanca mano de azuladas venas.




FIGULINAS

¡Qué bonita es la princesa!
¡qué traviesa!
¡qué bonita
la princesa pequeñita
de los cuadros de Watteau!
Yo la miro, ¡yo la admiro,
yo la adoro!
Si suspira, yo suspiro;
si ella llora, también lloro;
si ella ríe, río yo.
Cuando alegre la contemplo,
como ahora, me sonríe,
...y otras veces su mirada
en los aires se deslíe
pensativa.
¡Si parece que está viva
la princesa de Watteau!
Al pasar la vista, hiere,
elegante,
y ha de amarla quien la viere.
...Yo adivino en su semblante
que ella goza, goza y quiere,
vive y ama, sufre y muere...
como yo




GERINELDOS, EL PAJE

Del color del lirio tiene Gerineldos
dos grandes ojeras;
del color del lirio, que dicen locuras
de amor de la reina.

Al llegar la tarde,
pobre pajecillo,
con labios de rosa,
con ojos de idilio;
al llegar la noche,
junto a los macizos
de arrayanes, vaga,
cerca del castillo.

Cerca del castillo,
vagar vagamente
la reina le ha visto.
De sedas cubierto,
sin armas al cinto,
con alma de nardo,
con talle de lirio.




JULIO

Calle del Betis. Triana.
El corazón del estío
penetra el escalofrío
de la fuente charlatana.

La Velada de Santa Ana
llena de música el río.
Con los ojos de Rocío
se ilumina la ventana.

De envidia, al verla, una estrella,
en las alturas sin fin,
estremecida rutila.

Y se apaga cuando ella
sale envuelta en el jardín
de su mantón de Manila.




LA "TONÁ" DE LA FRAGUA

(SEGUIRIYAS GITANAS)

Mi pena es mu mala,
porque es una pena que yo no quisiera
que se me quitara.

Vino como vienen,
sin saber de dónde,
el agua a los mares, las flores a mayo,
los vientos al bosque.

Vino, y se ha quedado
en mi corazón,
como el amargo en la corteza verde
del verde limón.

Como las raíces
de la enredadera,
se va alimentando la pena en mi pecho
con sangre e mis venas.

Yo no sé por dónde,
ni por dónde no,
se me ha liao esta soguita al cuerpo
sin saberlo yo.

Pensamiento mío,
¿adónde te vas?
No vayas a casa de quien tú solías,
que no pués entrar.

A pasar fatigas
estoy ya tan hecho
que las alegrías se me vuelven penas
dentro de mi pecho.

Mare de mi alma,
la vía yo diera
por pasar esta noche de luna
con mi compañera.

A la vera tuya
no puedo volver...
¡Cómo por unas palabritas locas
se pierde un querer!

Yo voy como un ciego
por esos caminos.
Siempre pensando en la penita negra
que llevo conmigo.

Ya se han acabado
los tiempos alegres.
Las florecitas que hay en tu ventana
para mí no huelen.

Desde que te fuiste,
serrana, y no vuelves,
no sé qué dolores son estos que tengo,
ni dónde me duelen.

Esta cadenita,
mare, que yo llevo,
con los añitos que pasan, que pasan,
va criando hierro.

Los bienes son males,
los males son bienes...
Las mis alegrías, ¡cómo se me han vuelto
fatigas de muerte!

Toíta la tierra
la andaré cien veces,
y volveré a andarla pasito a pasito,
hasta que la encuentre.

Se quebró el jarrito
pintao del querer.
¡Cómo plateros ni artistas joyeros
lo puen componer!

La prueba del frío,
la prueba del fuego...
¡Cómo ha salido mi corasonsiyo
del mejor acero!

Yo corté una rosa
llenita de espinas...
Como las rosas espinitas tienen,
son las más bonitas.

El cristal se rompe
del calor al frío,
como se ha roto de alegría y pena
mi corasonsiyo.

Yo sentí el crujío
del cristalito fino que se rompe
del calor al frío.

Maresita'r Carmen,
guiarme los pasos,
pa que me aparte de la mala senda
que vengo pisando.

Las que se publican
no son grandes penas.
Las que se callan y se llevan dentro
son las verdaderas.

Rosita y mosquetas,
claveles y nardos,
en sus andares la mi compañera
los va derramando.

Negra está la noche,
sin luna ni estrellas...
A mí me alumbraban los ojitos garzos
de mi compañera.

La persona tuya
es lo que yo quiero.
Tenerte en mis brazos, mirarme en tus ojos
y comerte a besos.

En los caracoles,
mare, de tu pelo,
se me ha enredado el alma, y la vida,
y el entendimiento.

Horas de alegría
son las que se van...
Que las de pena se quedan y duran
una eternidad.

Cuéntame tus penas,
te diré las mías...
Verás cómo al rato de que estemos juntos
todas se te olvidan.

Estando contigo,
que vengan fatigas...
Puñalaítas me dieran de muerte,
no las sentiría.

La quiero, la quiero,
¿qué le voy a hacer?...
Para apartarla de mi pensamiento
no tengo poder.

¡Vaya un amaguito
tan dulce que tienen
los ojos azules que tanto me gustan...,
que tanto me ofenden!

Sin verte de día,
serrana, no vivo...
Y luego, a la noche, me quitas el sueño,
o sueño contigo.

Compañera mía,
tan grande es mi pena
que el sol, cuando sale, con tanta alegría
no me la consuela.

¡Mírame, gitana,
mírame, por Dios!
Con la limosna de tus ojos negros
me alimento yo.




LA BUENA CANCIÓN

¡Oh la paz, oh la paz, oh la bendita
paz de un paisaje matinal!... ¡Cristales
de mi ventana al campo!... ¡Oh la chocita
de la copla entre los cañaverales!

Frente al sol generoso, junto al río
sonoro, en plena gloria de la vega
andaluza -gitana que se entrega-,
bajo el azul turquí del cielo mío.

¡Y un amor solo y grande, aquel primero
que floreció en la senda, tan seguro
que aguarda siempre y sin quemarnos arde!...

¡Aquel primer amor, que fue el lucero
de la mañana y brilla ahora tan puro
en la senda tranquila de la tarde!




LA COPLA

Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.

Tal es la gloria, Guillén,
de los que escriben cantares:
oír decir a la gente
que no los ha escrito nadie.

Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.

Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad.




LA CORTE

A Jean Moreas

El conde, orgullo y gloria, las damas galantea
y a los nobles zahiere —madrigal y epigrama—,
cuando un paje, de lejos y por señas, le llama.
No lleva el paje escudo ni señorial librea.

«Venid —le dice quedo—; seguidme... ¡a donde sea!
Sólo deciros puedo que es hermosa la dama...
Mas a oscuras el sitio está donde se os llama,
y aún quiere que el camino desconocido os sea».

Duda un momento el conde, y recela, no en vano,
que siniestra emboscada aceche sus arrojos...
Mas, aferrando al cinto los dorados puñales,

al paje, que sonríe resuelto da la mano...
Y el pajecillo rubio pone sobre sus ojos
un pañuelo bordado con las armas reales.




LA KARMESSE

Del sol flamenco a las postreras llamas
entre escarlatas, oro y brocado;
-carmín y nácar- por el bello prado,
ricos galanes y esplendentes damas
.
Ella escuchaba la frase violadora,
jugoso el labio, jadeante el pecho,
los ojos anegados... El implora,
el blando césped convertido en lecho.

Las ricas vestiduras opulentas
desordena la torpe mano ardiente,
en ansia de las formas suculentas.

Y en las cárdenas brasas del poniente
sus flechas, surge, a disparar sangrientas
un cupido rechoncho y sonriente.




LA LOLA

La Lola se va a los Puertos.
La Isla se queda sola;.
Y esta Lola, ¿quién será,
que así se ausenta, dejando
la Isla de San Fernando
tan sola cuando se va...?

Sevillanas,
chuflas, tientos, marianas,
tarantas, tonás, livianas...
Peteneras,
soleares, soleariyas,
polos, cañas, seguiriyas,
martinetes, carceleras...
Serranas, cartageneras.
Malagueñas, granadinas.
Todo el cante de Levante,
todo el cante de las minas,
todo el cante...
que cantó tía Salvaora,
la Trini, la Coquinera,
la Pastora...,
y el Fillo, y el Lebrijano,
y Curro Pabla, su hermano,
Proita, Moya, Ramoncillo,
Tobalo -inventor del polo-,
Silverio, Chacón, Manolo
Torres, Juanelo, Maoliyo...

Ni una ni uno
-cantaora o cantaor-,
llenando toda la lista,
desde Diego el Picaor
a Tomás el Papelista
(ni los vivos ni los muertos),
cantó una copla mejor
que la Lola...
Esa que se va a los Puertos
y la Isla se queda sola.




LA MANZANILLA

La manzanilla es mi vino
porque es alegre, y es buena
y porque -amable sirena-
su canto encanta el camino.

Es un poema divino
que en la sal y el sol se baña...
La médula de una caña
más rica que la de azúcar...

El color que da Sanlúcar
a la bandera de España.




LA PRIMAVERA

¡Oh, el sotto voce balbuciente, oscuro,
de la primer lujuria!... ¡Oh, la delicia
del beso adolescente, casi puro!...
¡Oh, el no saber de la primer caricia!...

¡Despertarse de amor entre cantares
y humedad del jardín, llanto sin pena,
divina enfermedad que el alma llena,
primera mancha de los azahares!...

Angel, niño, mujer.... Los sensuales
ojos adormilados y anegados
en inauditas savias incipientes...

¡Y los rostros de almendra, virginales,
como flores al sol aurirrosados,
en los campos de mayo sonrientes!




LA SAETA

I
«Míralo por dónde viene
el mejor de los nacidos...»

Una calle de Sevilla
entre rezos y suspiros...
Largas trompetas de plata.
Túnicas de seda... Cirios,
en hormiguero de estrellas,
festoneando el camino...

El azahar y el incienso
embriagan los sentidos.
Ventana que da a la noche
se ilumina de improviso,
y en ella una voz -¡saeta!-
canta o llora, que es lo mismo:

«Míralo por dónde viene
el mejor de los nacidos...»

II
Canto llano... Sentimiento
que sin guitarra se canta.
Maravilla
que por acompañamiento
tiene..., la Semana Santa
de Sevilla

Cantar de nuestros cantares,
llanto y oración. Cantar,
salmo y trino.
Entre efluvios de azahares
tan humano y, a la par,
¡tan divino!

Canción del pueblo andaluz:
...de cómo las golondrinas
le quitaban las espinas
al Rey del Cielo en la Cruz.




LAS MUJERES DE ROMERO DE TORRES

Rico pan de esta carne morena, moldeada
en un aire caricia de suspiro y aroma...
Sirena encantadora y amante fascinada,
los cuellos enarcados, de sierpe o de paloma...

Vuestros nombres, de menta y de ilusión sabemos:
Carmen, Lola, Rosario... Evocación del goce,
Adela... Las Mujeres que todos conocemos,
que todos conocemos ¡y nadie las conoce!

Naranjos, limoneros, jardines, olivares,
lujuria de la tierra, divina y sensüal,
que vigila la augusta presencia del ciprés.

En este fondo, esencia de flores y cantares,
os fijó para siempre el pincel inmortal
de nuestro inenarrable Leonardo cordobés.




LIRIO

Casi todo alma,
vaga Gerineldos
por esos jardines
del rey, a lo lejos,
junto a los macizos
de arrayanes...

Besos
de la reina dicen
los morados cercos
de sus ojos mustios,
dos idilios muertos.
Casi todo alma,
se pierde en silencio,
por el laberinto
de arrayanes... ¡Besos!
Solo, solo, solo,
lejos, lejos, lejos... Como una humareda,
como un pensamiento..
. Como esa persona
extraña que vemos
cruzar por las calles
oscuras de un sueño.




LOS DÍAS SIN SOL

A M. Leo Rouanet

El lobo blanco del invierno,
el lobo blanco viene,
con los feroces ojos inyectados
en sangre helada, fijos y crueles.
¡Maldito lobo invierno, que te llevas
los viejos y los débiles!

¡Reunámonos, que todos
tengan una familia,
un libro y fuego alegre!

Y mientras, fuera, el hacha
el tronco seco hiende,
que será rojo en el hogar, cerremos

la puerta y el balcón... ¡Dios no nos quiere!

¡Tregua! Seamos amigos...
La tibia paz entre nosotros reine
en torno de la lámpara, que esparce
la tranquila poesía del presente.

Y tú, mi amada, cuyos rojos labios
son ya la sola flor, dámelos..., ¡quiéreme!...

........................................

¡Que el lobo blanco del invierno
el lobo blanco viene!




MARIPOSA NEGRA

A Rubén Darío

La hora cárdena... La tarde
los velos se va quitando...
El velo de oro..., el de plata.
La hora cárdena...
«Aún es temprano».

«Nada veo sino el polvo
del camino...»
«Aún es temprano».

«¿Gritaron, madre?»
«No, hija;
nadie habló... ¿Lloras?...»
«Lo blanco
del camino que contemplo
las lágrimas me ha saltado...»
«No es eso...»
«Yo no sé, madre».
«Él vendrá, que aún es temprano».

«Madre, el humo se está quieto,
las nubes parecen mármol...,
y los árboles diríase,
que tienden abiertos brazos».

Un mendigo horrible pasa,
y hacia el castillo ha mirado.

.........................................

Una negra mariposa
revolotea en el cuarto.
La hora cárdena... La tarde
los velos se va quitando...

El velo de oro, el de plata...,
el de celajes violados.
... Y el sol va a caer allá lejos,
guerrero herido en el campo.

¡Mal hayan los servidores
que sin su señor tornaron,
los que con él se partieron
y traen, sin él, su caballo!




MELANCOLÍA

Me siento, a veces, triste
como una tarde del otoño viejo;
de saudades sin nombre,
de penas melancólicas tan lleno...
Mi pensamiento, entonces,
vaga junto a las tumbas de los muertos
y en torno a los cipreses y a los sauces
que, abatidos, se inclinan... Y me acuerdo
de historias tristes, sin poesía... Historias
que tienen casi blancos mis cabellos.




MISTERIO

En sueños te conocí,
y, del amor peregrino,
he adivinado el camino
para llegar hasta ti.
Tras de aquel sueño corrí
con el dulce y loco empeño
de ser tu esclavo y tu dueño...
Pero aún tú no me contaste
por qué camino llegaste
a penetrar en mi sueño.




MORIR, DORMIR...

«Hijo, para descansar,
es necesario dormir,
no pensar,
no sentir,
no soñar...»

«Madre, para descansar,
morir».




MÚSICA DI CAMERA

Ya galantes no más y delicados
madrigales haré -para las flores
y las mujeres-, sobrios de colores
y vagamente estilizados.

Pintaré la preciosa
gota de sangre, roja como guinda,
en el pétalo rosa del dedo de Luscinda,
al coger una rosa.

O diré los alegros
(silenciosos y ardientes)
de las niñas de los ojos,
de las niñas de los ojos negros...
Y charlaré como las fuentes...

Consuelo,
tu nombre me sabía
igual que un caramelo.

¡Qué pobre
soy desde que me falta
el oro de tu pelo!...

Tus ojos
azules no me miran,
y para mí no hay cielo...

¡Consuelo!




NESSUN MAGGIOR DOLORE ...

¡Qué tristes almas en pena
son las viejas alegrías...
Y qué fantasmas de días
las noches de luna llena!...

¡Qué lamentable cadena
de pobres melancolías
las horas largas y frías
de la barquilla en la arena!

¡Qué broma absurda y pesada
es la aventura de amor,
hoy sin amor evocada!...

¡Dolor!... ¿Dónde lo hay mayor
que recordar la pasada
alegría en el dolor?




OASIS

Sueña el león.
Junto a las tres palmeras
se amansa el sol. Existe
el agua. Y Dios deja un momento
que los pobres camellos se arrodillen...

Junto a las tres palmeras,
el árabe, tendido, al fin, sonríe
y suspira... Damasco
lejos aún le aguarda. Los confines
del horizonte brillan encendidos.
Un silencio terrible
llena el aire...En la arena
tiembla la sombra elástica de un tigre.




OCASO

Era un suspiro lánguido y sonoro
la voz del mar aquella tarde... El día,
no queriendo morir, con garras de oro
de los acantilados se prendía.

Pero su seno el mar alzó potente,
y el sol, al fin, como en soberbio lecho,
hundió en las olas la dorada frente,
en una brasa cárdena deshecho.

Para mi pobre cuerpo dolorido,
para mi triste alma lacerada,
para mi yerto corazón herido,
para mi amarga vida fatigada...
¡el mar amado, el mar apetecido,
el mar, el mar, y no pensar nada...!




ORIENTE FLORES

A Ramón del Valle Inclán

Antonio, en los acentos de Cleopatra encantado,
la copa de oro olvida que está de néctar llena.
Y, creyente en los sueños que evoca la sirena,
toda en los ojos tiene su alma de soldado.

La reina, hoja tras hoja, deshojando sus flores,
en la copa de Antonio las deja dulcemente...
Y prosigue su cuento de batallas y amores,
aprendido en las magas tradiciones de Oriente...

Detiénese... Y Antonio ve su copa olvidada...
Mas pone ella la mano sobre el borde de oro,
y, sonriendo, lenta hacia sí la retira...

Después, siempre a los ojos del guerrero asomada,
sella sus gruesos labios con un beso sonoro...
Y da la copa a un siervo, que la bebe y expira...




OTOÑO

En el parque, yo solo...
Han cerrado
y, olvidado
en el parque viejo, solo
me han dejado.

La hoja seca,
vagamente,
indolente,
roza el suelo...
Nada sé,
nada quiero,
nada espero.
Nada...

Solo
en el parque me han dejado
olvidado,
...y han cerrado.




REGRESO

Largas tardes campestres;
alamedas rosadas;
aire delgado que el aroma apenas
sostiene de la acacia;
huerto, pinar... Llanuras de oro viejo,
azul de la montaña...
Esquilas del arambre
y balido, sin fin, de la majada,
en el silencio claro...
¡Adiós, adiós! ¡Que la ciudad me llama!

Maravillosa noche estremecida
por el rumor del agua
y el fulgor de los astros
—imán de la mirada
perdida en lo insondable
de la eterna pregunta—. (El grillo canta,
corre la estrella, el aire
suspira entre las ramas).
Sueño tranquilo y sano,
velado por las plantas
humildes de la tierra y por el bravo
eucalipto que asoma a mi ventana...
Noche de paz y de salud y sueño...
¡Adiós, adiós! ¡Que la ciudad me llama!

Allegro matinal, tímida gloria
y milagro de nácar,
a las corolas risa,
trino a las aves y delicia del alma,
aire en las sienes, despertar, eterna
juventud —¡oh mañana
que abres los ojos y las rosas!—, dulce
y poderosa gracia...
Mañana de mi huerto, suave y pura...
¡Adiós, adiós! ¡Que la ciudad me llama!

¡Me llama la ciudad —que ignora el cielo
y la tierra y el agua
y el sol y las estrellas—,
febril y jadeante, apresurada,
con su aliento mefítico,
y su llanto y sus máquinas,
sonora de metales
infecta de palabras!




RETABLO

Ya están ambos a diestra del Padre deseado,
los dos santos varones, el chantre y el cantado,
el Grant Santo Domingo de Silos venerado
y el Maestre Gonzalo de Berceo nommado.

Yo veo al Santo como en la sabida prosa
fecha en nombre de Christo y de la Gloriosa:
la color amariella, la marcha fatigosa,
el cabello tirado, la frente luminosa...

Y a su lado el poeta, romeo peregrino,
sonríe a los de ahora que andamos el camino,
y el galardón nos muestra de su claro destino:
una palma de gloria y un vaso de buen vino.





SOLEARIYAS

Llorando, llorando,
nochecita oscura, por aquel camino
la andaba buscando.

Conmigo no vengas...
Que la suerte mía por malitos pasos,
gitana me lleva.

¡Mare del Rosario,
cómo yo guardaba el pelito suyo
en un relicario!

¡Qué le voy a hacer...!
Yo te he querío porque te he querío
y te he olvidao porque te olvidé.

Toíto se acaba:
la salú, la alegría, el dinero
y la buena cara.

Yo no sé olvidar...
Yo no sé más que quererte hoy mucho
y mañana más.

Esta agüita fresca...
¡Cómo la tengo en los propios labios
y no puó beberla!

Perdona por Dios...
que otra gitana se llevó las llaves
de mi corazón.

¡Qué gustiyo grande
que las cositas qu tú y yo sabemos
no las sepa nadie!

Eres como el sol:
cuando tú vienes se hace de día
en mi corazón.

No temo a la muerte,
serrana del alma, por perder la vía,
sino por perderte.

Siéntate a mi vera...,
dame la mano, hermanita mía,
cuéntame tus penas.

Tiene mi chiquilla
los ojitos negros más negros y grandes
que he visto en mi vida.

Que no quieres verme...
De día y de noche, dormía y despierta,
me tienes presente.




TE ACUERDAS?

Es noche. La inmensa
palabra es silencio...
Hay entre los árboles
un grave misterio...
El sonido duerme,
el color se ha muerto.
La fuente está loca,
y mudo está el eco.

¿Te acuerdas?... En vano
quisimos saberlo...
¡Qué raro! ¡Qué oscuro!
¡Aún crispa mis nervios,
pasando ahora mismo
tan sólo el recuerdo,
como si rozado
me hubiera un momento
el ala peluda
de horrible murciélago!...
Ven, ¡mi amada! Inclina
tu frente en mi pecho;
cerremos los ojos;
no oigamos, callemos...
¡Como dos chiquillos
que tiemblan de miedo!

La luna aparece,
las nubes rompiendo...
La luna y la estatua
se dan un gran beso...




VERANO

Frutales
cargados.
Dorados
trigales...

Cristales
ahumados.
Quemados
jarales...

Umbría
sequía,
solano...

Paleta
completa:
verano.




YO, POETA DECADENTE...

Yo, poeta decadente,
español del siglo veinte,
que los toros he elogiado,
y cantado
las golfas y el aguardiente...,
y la noche de Madrid,
y los rincones impuros,
y los vicios más oscuros
de estos bisnietos del Cid:
de tanta canallería
harto estar un poco debo;
ya estoy malo, y ya no bebo
lo que han dicho que bebía.

Porque ya
una cosa es la poesía
y otra cosa lo que está
grabado en el alma mía...

Grabado, lugar común.
Alma, palabra gastada.
Mía... No sabemos nada.
Todo es conforme y según.

 

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