La expansión y la edad del Universo
La expansión del Universo
El principio del Universo y la paradoja de Olbers
La edad del Universo por la constante de Hubble
La edad del Universo por sus constituyentes
La aceleración de la expansión y la energía oscura
La materia oscura
La materia oscura en las galaxias
La materia oscura intergaláctica
La naturaleza de la materia oscura bariónica
La observación de las enanas rojas y marrones
La microlente gravitacional
La naturaleza de la materia oscura exótica
Los detectores de materia oscura exótica
El futuro del Universo
El futuro de las estrellas, galaxias y cúmulos
La evaporación de los agujeros negros
La desaparición de la materia
La posibilidad de un Big Crunch
La expansión del Universo
La recesión de las galaxias
En 1912, el astrónomo americano Vesto Slipher comenzó en el observatorio Lowell
un estudio del
espectro de las
galaxias más brillantes. Esto no era un asunto
delicado, porque hasta las galaxias más luminosas tienen una luminosidad total
muy escasa, y el hecho de descomponer la luz en sus diferentes longitudes de onda
no arregla nada. Así, hacían falta varias noches de observación para obtener el
espectro de una sola galaxia en la época.
Analizando sus resultados, Vesto Slipher comprobó que algunas líneas presentes
en estos espectros se encontraban desplazadas con relación a su posición
teórica. Interpretó esto como un
efecto de la velocidad de las galaxias, ya que
la longitud de onda observada por las
líneas espectrales de un cuerpo cambia
cuando éste está en movimiento. Según el desfase, Slipher podía, pues, determinar
la velocidad relativa de estas galaxias con relación a la nuestra. Encontró así,
por ejemplo, que la galaxia de Andrómeda se nos acerca a una velocidad del orden
de 300 kilómetros por segundo.
Su resultado final era más sorprendente: obtenía once desfases hacia el rojo y
cuatro hacia el azul, o sea, muchas más galaxias que se alejan de nosotros que
galaxias que se nos acercan. Si el movimiento de las galaxias era aleatorio y
sin dirección preferida, habría debido haber allí tantos desfases hacia el azul
como hacia el rojo. Las observaciones de Slipher revelaban, así pues, un hecho
fundamental sobre la dinámica del Universo. Desgraciadamente, el descubrimiento
no tuvo lugar en ese momento, porque la muestra de galaxias no era bastante
grande para ser verdaderamente significativa.
Edwin Hubble
En 1917 se terminó la construcción del telescopio de 2,50 metros del monte
Wilson. Esto permitió a otro americano, Milton Humason, ponerse a trabajar sobre
el mismo tema y obtener resultados más rápidamente. En efecto, el poder colector
de un telescopio aumenta con el tamaño de su apertura, de modo que se obtiene
mucho más rápido un buen espectro con un gran telescopio.
Al mismo tiempo,
Edwin Hubble, en el mismo observatorio, continuaba sus trabajos
sobre la
distancia de las galaxias cercanas utilizando la relación entre período
y luminosidad de las cefeidas.
Es comparando sus distancias a las velocidades de
Milton Humason que hizo el descubrimiento que iba a revolucionar la astronomía.
Comprobó que, aparte de las más próximas, que se desplazaban de manera aleatoria,
todas las galaxias se alejaban de nosotros. Más importante todavía, este
movimiento general se hacía siguiendo una regla muy precisa: la velocidad de
recesión de una galaxia era proporcional a su distancia. Así, una galaxia dos
veces más alejada que otra, se alejaba dos veces más rápida. Esta ley es ahora
conocida bajo el nombre de ley de Hubble, y el factor de proporcionalidad se
llama constante de Hubble, y anotado Ho.
Edwin Powell Hubble (Marshfield, Misuri, 20 de noviembre de 1889 - San
Marino, California, 28 de septiembre de 1953) fue uno de los más importantes
astrónomos estadounidenses del siglo XX, famoso principalmente por la creencia
general de que en 1929 había demostrado la expansión del universo midiendo el
corrimiento al rojo de galaxias distantes (véase más abajo). Hubble es
considerado el padre de la cosmología observacional, aunque su influencia en
astronomía y astrofísica toca muchos otros campos.
Aunque comenzó estudiando leyes en Universidad de Oxford, abandonó la carrera de
abogado poco tiempo después. Retornó al campo de la astronomía al incorporarse
al Observatorio Yerkes de la Universidad de Chicago, donde obtuvo el doctorado
en física en 1917. Al volver de su servicio en la primera Guerra mundial, en
1919, comenzó a trabajar en el nuevo observatorio del Monte Wilson, donde tenía
acceso a un telescopio de 254 centímetros, por aquel entonces, el más potente
del mundo. En el observatorio, trabajó junto a Milton Humason.
La expansión del Universo
El descubrimiento de Hubble fue uno de los grandes momentos de la historia de la
astronomía. La ley de proporcionalidad entre distancia y velocidad mostraba que
la recesión de las galaxias no correspondía a un movimiento con relación a un
espacio estático, sino a una expansión del Universo mismo. El desfase hacia el
rojo estaba vinculado a la dilatación del espacio, no al desplazamiento de las
galaxias en un espacio fijo.
Un simple elástico puede proporcionar una analogía simple en una dimensión. Para
representar las galaxias, marquemos cuatro puntos equidistantes A, B, C y D
sobre el elástico. La expansión del Universo simplemente se simula estirando el
elástico. Los puntos se alejan unos de otros sin desplazarse, sin embargo, con
relación al elástico. De la misma forma, las galaxias no se desplazan con
relación al espacio, sino son arrastradas por el movimiento de expansión del
Universo.
Para visualizar la ley de Hubble, nos colocamos en el punto A y observamos el
movimiento aparente de los otros puntos. Éstos no se alejan todos a la misma
velocidad: C parece escapar dos veces más rápido que B, y D tres veces más rápido
que B. La velocidad de recesión es, pues, proporcional a la distancia, y
reconocemos bien la ley de Hubble.
Tengamos en cuenta que la extensión no tiene centro. Si nos colocamos en el
punto B, los puntos A y C parecen alejarse en direcciones opuestas a la misma
velocidad, y D se aleja al doble de esta velocidad. Desde el punto C, los puntos
B y D huyen en direcciones opuestas a la misma velocidad, y A al doble de ésta.
La situación es, pues, exactamente la misma cualquiera que sea nuestra posición.
El hecho de que cada punto vea a todos los demás alejarse no significa que se
encuentra en el centro de la expansión. Del mismo modo, la expansión del
Universo no posee centro:
la Vía Láctea no es un lugar privilegiado del
Universo. |