El medio interestelar
El polvo interestelar
El gas interestelar
La formación de las estrellas
El nacimiento de las estrellas
Las estrellas T Tauri, objetos Herbig-Haro y región HII
La Galaxia
Los primeros estudios de la Vía Láctea
Las Cefeidas y el tamaño de la Vía Láctea
La Galaxia
El centro de la Galaxia
Los primeros estudios de la Vía láctea
La parte más fascinante del cielo nocturno es una banda blanquecina y difusa que
atraviesa la bóveda celeste: la Vía láctea. Utilizando su anteojo en el siglo
XVII,
Galileo fue el primer astrónomo en comprender que esta última está, de
hecho, constituida por un número incalculable de estrellas que se concentran en
una región del cielo en forma de banda. La concentración es tal que el ojo
humano no puede ya discernir las estrellas unas de otras, y solo ve una banda
difusa.
Una porción de la Vía Láctea vista desde el observatorio de Cerro Paranal.
Crédito:
ESO/S. Stéphane
Guisard
La forma de la Vía láctea y el hecho de que parece cercar la Tierra sugirieron a
los astrónomos, en particular al Inglés Thomás Wright, en medio del siglo XVII,
que el Sol y las otras estrellas debían formar un sistema muy aplanado. En el
siglo XVIII, el filósofo alemán Emmanuel Kant avanzó la idea que la Vía láctea
era un sistema de estrellas en forma de disco. Mirando en dirección al disco, se
percibía un inmenso número de estrellas que se confundían para dar una impresión
de banda difusa. En la dirección perpendicular, en cambio, solo se veían algunas
estrellas próximas, y nada más allá, lo que daba esta impresión relativa de
vacío.
Los primeros análisis cuantitativos
Las primeras tentativas para ir más lejos se coronaron de un éxito limitado. En
los años 1780, William Herschel, el descubridor de Urano, se lanzó al primer
análisis cuantitativo de la estructura de la Vía Láctea. Dividió la bóveda
celeste en multitud de regiones y contó el número de estrellas visibles en cada
una de estas regiones. Esto debía permitirle reconstituir la forma de la Vía
Láctea en el espacio, y determinar la posición del Sol con relación al conjunto.
Las observaciones de Herschel parecieron poner de manifiesto que la distribución
del número de estrellas en la Vía Láctea era más o menos uniforme, y concluye que
el Sol se encontraba en el centro del disco. Más tarde, a principios del Siglo XX,
el holandés Jacobus Kapteyn realizó un análisis más avanzado y llegó al
mismo resultado. Hasta se intentó determinar el tamaño de la Vía Láctea, que
estimó en 40.000 años-luz.
William Herschel, nacido Friedrich Wilhelm Herschel (Hannover, Alemania, 15
de noviembre de 1738 - Slough, Berkshire, 25 de agosto de 1822), fue un
astrónomo y músico alemán, descubridor del planeta Urano y de otros numerosos
objetos celestes, y padre del también astrónomo John Herschel.
El medio interestelar
Sabemos hoy que ambos astrónomos se equivocaron en sus conclusiones, porque no
tuvieron en cuenta el efecto del medio interestelar. Entonces, éste
difunde la luz de las estrellas. Así, a
partir de una cierta distancia, la radiación de una estrella está tan debilitada
que no podemos ya detectarla. En consecuencia, podemos observar sólo una pequeña
fracción de las estrellas de la Vía láctea, las que están bastante próximas.
Poco importa la posición del Sol, en el centro o no, Herschel y Kapteyn iban a
encontrar una distribución uniforme de estrellas, ya que sólo podían observar la
vecindad del Sol.
Afortunadamente para nuestro conocimiento del Universo, el medio interestelar no
obscurece la luz en todas las direcciones. El
gas y el polvo interestelares se
encuentran concentrados en el plano de la Vía Láctea como las estrellas. La
extinción interestelar es muy escasa en las otras direcciones, lo que nos
permite, a pesar de todo, observar objetos más alejados. Es gracias a eso que los
astrónomos pudieron finalmente determinar la forma real y el
tamaño de la Vía
Láctea, así como el lugar del Sol en el conjunto. |